sábado, 28 de agosto de 2010

LA IGLESIA NO ES UNA "COVER-GIRL"

Fabrice Hadjadj, un apellido nada fácil de pronunciar. Su portador suele decir que es « un judío de nombre árabe y de confesión católica ». Nació en 1971 en Nanterre. Sus padres fueron militantes revolucionarios maoístas en mayo del 68, y Fabrice, ateo y anarquista durante su adolescencia, siguiendo los pasos de Paul Claudel, de André Frossard y de tantos más, en 1998 se convirtió bruscamente al catolicismo.

Nuestro autor está casado y tiene cinco hijos. Es profesor de Filosofía y de Literatura, y enseña en liceos, en la Facultad de Filosofía comparada de París y en el seminario de Toulon. Este año, Fabrice Hadjadj publicó el libro LA FE DE LOS DEMONIOS, por el que recibió en Francia el premio 2010 de literatura religiosa. En la introducción escribe :

"Muchos cristianos piensan que sus enemigos más peligrosos están entre los libertinos y los lujuriosos, sin embargo, los demonios son ángeles e ignoran los placeres de la carne. Otros los buscarían entre los ateos o los agnósticos, pero los demonios creen, nos recuerda Santiago, y tiemblan. No hay un solo artículo de fe que no tengan por cierto. Quizás lo demoníaco no sea algo tan exterior como imaginamos. Este libro no es un tratado de demonología, sino una reflexión sobre la lógica del mal, un pequeño breviario de combate (y de vulnerabilidad), una lección de catecismo para, como dice San Pablo, aprender a “ejercer el pugilato, sin dar golpes en el vacío” (1 Co, 9, 26).

El libro está agotado en su edición en español, pero pronto lo repondrán. Aquí reproduzco la reciente entrevista que concedió Hadjadj al diario Le Figaro, en la que da respuestas poco convencionales sobre la crisis en la Iglesia.

- La Iglesia católica acaba de atravesar una crisis sin precedentes. ¿Cómo calificar el estado de ánimo de los católicos?
- Antes que nada, esta no es una crisis sin precedentes. Hubo otras, probablemente peores: la crisis arriana del sigo IV, el gran Cisma de Occidente, del sigo XIV, las costumbres escandalosas de algunos Papas como Alejandro VI Borgia, asesino, concubino y simoníaco, por tomar algunos ejemplos destacados. Estamos obligados a reconocer que la Iglesia no ha parado de atravesar crisis; en cierto modo está en su naturaleza. Miremos este hecho sin prejuicios y el fenómeno resulta casi increíble: mientras que todas las otras instituciones han sido sacudidas por las tempestades de la historia, he aquí que, después de dos mil años, « la barca de Pedro » sigue su ruta, con una sucesión apostólica ininterrumpida y una enseñanza que, en lo esencial, se ha desarrollado sin contradecirse. Esta longevidad excepcional supone una aptitud excepcional para recibir golpes.

- La imagen de la Iglesia se ha visto fuertemente afectada. ¿Cómo estimar la gravedad de este hecho?
- La Iglesia no es una “cover-girl”, una « modelo de tapa ». No vive de su imagen en los medios. Si esa fuera su intención, no buscaría hablar al fondo de los corazones, sino siguiendo la corriente. Pero es verdad que los crímenes cometidos por un sacerdote son infinitamente más graves que si los comete un profesor de Deportes, por ejemplo. Y esto es lo que puede legitimar la embestida mediática que se ha dado. Pero hay una paradoja, y es que si se ataca especialmente a la gente de Iglesia cuando se pervierte, es porque se tiene el instinto de la pureza especial de su misión.
Desde este punto de vista, la imagen de la Iglesia está más relacionada de lo que se cree con la santidad de la Iglesia, porque es entonces cuando el escándalo adquiere una gravedad sin comparación. Y Benedicto XVI, que sabe bien en qué consiste el misterio del sacerdote, encuentra esos crímenes mucho más terribles de lo que los medios no cristianos pueden concebir. Por esta razón ha querido que se aclaren del todo.

- De estos seis meses de turbulencias, ¿qué balance hace usted como intelectual que es?
- Es el mismo balance que podemos sacar después de 30 siglos de turbulencias, y más aún, si creemos que la bella armonía del mundo fue quebrantada desde su origen: no terminamos nunca con las crisis. Y, de alguna manera, eso no está mal. Usted sabe que la palabra « crisis » viene del verbo griego « krinein », que significa pasar por la criba o discernir. La situación de crisis nos impide dormirnos en los laureles. Nos empuja a plantearnos la cuestión del sentido, a escudriñar en nosotros mismos y a buscar un bien más vasto y más profundo.

sábado, 21 de agosto de 2010

COSAS QUE PASAN--COSAS QUE QUEDAN


Hace un par de semanas el correo me trajo un sobre con sellos del Vaticano, que no esperaba. Contenía un ejemplar del libro que está en la foto: una de las "100 historias en blanco y negro, contadas a todo color por sus protagonistas", era mía.

Ya me había olvidado de que, durante el Año Sacerdotal, el sitio Catholic.net había organizado un concurso de historias protagonizadas por sacerdotes y contadas por ellos, que hablaran por sí mismas de quiénes somos y qué hacemos los curas. Al concurso se presentaron casi mil de estas historias, y los organizadores seleccionaron y publicaron cien, provenientes de lugares tan exóticos como Sri Lanka... o Uruguay. Esta es la que yo envié al concurso y aparece en el libro. (Se puede adquirir en http://stores.lulu.com/100historias).




POR LAS CALLES DE MONTEVIDEO

Un día de verano cualquiera, hace un montón de años, a las tres y media de la tarde la señora Manuela salió de su casa para ir a visitar a doña Dolores, una anciana amiga suya, ciega y paralítica. En Navidad habían hablado por teléfono y la señora Manuela le había prometido que iría a verla a la residencia.

Aquella misma tarde, poco después de las cinco, yo estaba en el cruce de Instrucciones y Camino Mendoza, en Montevideo, y debía predicar un retiro a las seis cerca de los Portones de Carrasco: en otras palabras, tenía que cruzar la ciudad de punta a punta. Subí al auto y, fiado del instinto, empecé un recorrido que, desconociendo bastante el entrevero de calles, calculé que me llevaría unos tres cuartos de hora.

Aunque el calor no invitaba a salir de casa, la señora Manuela se sobrepuso y fue a tomar el ómnibus a la parada de la avenida 8 de Octubre. Su amistad con doña Dolores había empezado al poco tiempo de conocerse en el “Club de las Abuelas”, al que había ingresado después de enviudar, dos años atrás. ¡Qué buenos ratos pasan en el Club!: las abuelas juegan a las cartas, cosen, conversan de mil cosas, comparten experiencias… Doña Dolores le tiene especial cariño a Manuela, que con sus 66 años –bastantes menos que ella- nunca parece cansada y le hace favores, le ordena el cuarto y, sobre todo, la acompaña.

Hoy en día, el GPS facilita mucho llegar a destino por el camino más corto, pero entonces no se había inventado. Fui tanteando el recorrido según me parecía. Las cosas iban bien hasta que tropecé con la avenida Belloni sometida a arreglos y con carteles varios: “calle cortada”, “desvío”, “calle cerrada”… Llegó un momento en que empecé a dar vueltas casi sin orientación.

La señora Manuela alegró a doña Dolores durante casi dos horas. La puso al corriente de su familia, de la hija menor, con quien vivía, y de sus nietos. Hablaron del tiempo, de la salud, del futuro, de lo humano y de lo divino. Doña Dolores estaba realmente contenta de la visita. Se despidieron “hasta pronto”; “hasta pronto y ¡muchas gracias!”. La señora Manuela se dirigió hacia la parada para tomar el ómnibus de vuelta a su casa.

Finalmente, reencontré la avenida Belloni, varias cuadras más allá, a la altura de la parroquia “Santa Gema”. Estaba bastante impaciente porque los desvíos me harían empezar tarde al retiro. Eran las seis y cuarto cuando llegué a 8 de Octubre. Detuve la marcha. A cualquier hora, pero más a media tarde, hay que tener cuidado: primero, mirar a la izquierda y después a la derecha. Entonces… ¡no, no puede ser!... Atropellada por un ómnibus, mientras estaba en medio de la avenida, una mujer vuela por los aires y cae sobre el pavimento. Bajé del auto y corrí hasta ella. Fui el primero en llegar. De rodillas en la calle, le di la absolución. Ella hizo un leve movimiento que no pudieron ver los que enseguida se acercaron, horrorizados y seguros de que estaba muerta.

Llegué a mi destino con el corazón desbocado y, en lo más íntimo del alma, dándome cuenta de que aquella demora, aquel perderme por las calles desconocidas, había sido “previsto”con total exactitud: ni un minuto antes ni uno después, tenía que encontrarme en aquel lugar con la señora Manuela.

Días más tarde, cuando pude ponerme en contacto con su hija, lo confirmé. Supe entonces que Manuela le pedía muchas veces a Dios no sufrir en su muerte, porque no quería que los suyos sufrieran por ella. Y supe también que solía ir a la Gruta de Lourdes, para pedirle sencillamente a la Virgen: “ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.







viernes, 13 de agosto de 2010

LA HISTORIA DE PATRICIA NEAL


Hace cinco días, a los 84 años, falleció Patricia Neal, que en 1964 ganó un Oscar por su interpretación, junto a Paul Newman, en la película “Hub”. La historia de Patricia, que además de ese premio llegó a ser muy conocida por distintos trabajos, fue la de una mujer que sufrió mucho, pero el mayor de sus padecimientos lo llevó siempre en su corazón.

Menos de dos años después de recibir el Oscar, Patricia sufrió varios infartos cerebrales que la mantuvieron tres meses en coma. Consiguió recuperarse y volver al trabajo, aunque el precio fue que tuvo que volver a hablar y a caminar. En su rehabilitación contó con la ayuda de su esposo, el escritor Roald Dahl, con quien tuvo cinco hijos a lo largo de treinta años de matrimonio. No obstante, en 1983 Dahl la abandonó por una mujer más joven.

Otros dramas que debió enfrentar Patricia Neal fueron la muerte prematura de una hija de siete años, el accidente de otro hijo, de pocos meses, que le produjo una lesión cerebral permanente, y la drogadicción de otra de sus hijas.

La actriz fue conocida también porque, a finales de los años cuarenta, mantuvo una relación sentimental con el actor Gary Cooper, 25 años mayor que ella, casado y con una hija. Al final, Cooper decidió volver con su esposa, Verónica, pero Patricia, embarazada y con 23 años, empujada por el padre de la criatura, recurrió al aborto.

El caso es que, después de un tiempo en que no se podían ni ver, María, la única hija de Gary Cooper, y Patricia se hicieron grandes amigas y fue María quien la ayudó a acercarse a la fe católica.

En una entrevista le preguntaron: -Patricia, su vida es casi como la de Job en mujer... Si pudiera cambiar algo de lo que ha vivido, ¿qué le gustaría cambiar? A lo que ella respondió:

-“Durante cuarenta años, sola, durante las noches, he llorado por mi niño. Si hay una cosa que desearía rehacer en mi vida, es haber tenido el valor de traer a ese niño ”. Y, dirigiéndose a las mujeres que pudieran encontrarse en su situación, agregó: “No cometan mi error. Dejen vivir a su niño”.

domingo, 8 de agosto de 2010

DEJEN QUE LOS NIÑOS VENGAN A MÍ

Hace cien años, el 8 de agosto de 1910, San Pio X dispuso que los niños hicieran la primera confesión y la primera Comunión al llegar “al uso de razón”, es decir, alrededor de los siete años. Fue una decisión muy importante –recibir al Señor por primera vez es el hecho, por sobrenatural, más fuerte y conmovedor de la existencia- que comenta el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos, en un artículo publicado hoy en L’Osservatore Romano. Dice entre otras cosas:

El centenario del decreto Quam singulari es una ocasión providencial para recordar e insistir en que los niños hagan la primera Comunión cuando llegan al uso de la razón, edad que hoy parece incluso que se ha adelantado. Por eso, no es recomendable la práctica que se está introduciendo cada vez más de elevar la edad de la primera Comunión. Por el contrario, ahora es más necesario adelantarla. Frente a lo que está sucediendo con los niños y al ambiente tan adverso en el que crecen, no les privemos del don de Dios: puede ser, es la garantía de su crecimiento como hijos de Dios, engendrados por los sacramentos de la iniciación cristiana en el seno de la santa madre Iglesia. La gracia del don de Dios es más poderosa que nuestras obras, que nuestros planes y nuestros programas.

No podemos, retrasando la primera Comunión, privar a los niños –el alma y el espíritu de los niños- de esta gracia, obra y presencia de Jesús, de este encuentro de amistad con Él, de esta singular participación de Jesús mismo y de este alimento del cielo, para poder madurar y llegar así a la plenitud. Todos, especialmente los niños, necesitan del pan bajado del cielo, porque el alma tiene que alimentarse, y no bastan nuestras conquistas, la ciencia, la técnica, por importantes que sean. Tenemos necesidad de Cristo para crecer y madurar en nuestras vidas.

domingo, 1 de agosto de 2010

MUJERES INVISIBLES

Creo que es importante tener bien claras algunas ideas que, entre tanta bulla informativa, corren peligro de que se las lleve la corriente. Me refiero, en concreto, a dos.

La primera, que el matrimonio es y será siempre la alianza que contraen un hombre y una mujer, con el fin de llevar a cabo el divino plan de formar una familia. Esto lo dice la misma palabra matrimonio que, como quizás se sabe poco, está compuesta de dos vocablos latinos: mater-matris, que quiere decir “de la madre” y munia-munium, que significa oficios, funciones, deberes. Total, que si el matrimonio designa a lo que es propio de la maternidad, déjese de aplicar el término para referirse a las uniones homosexuales porque es un grosero error, una penosa contradictio in terminis, para decirlo con elegancia.

Segunda idea clara: el futuro está en las manos de las mujeres. Lo único que necesitan es perderle el miedo a ser, como en este video cortito, mujeres invisibles.