sábado, 28 de marzo de 2009

ESO DE LAS PRIORIDADES...

Leí y releí la Carta de Benedicto XVI en la que explica por qué levantó la excomunión a los cuatro obispos lefebvristas. No sé qué admirar más, si la transparencia llena de humildad del Papa, que reconoce sus eventuales equivocaciones de información (¿y los que deberían asesorarle?...: es otro tema), o su finísima sensibilidad de Pastor de toda la Iglesia, que le llevó a tomar esa decisión, o... Hay mucho para comentar. En todo caso, leo y medito lo que dice sobre las prioridades que tiene la Iglesia, y trato de pedir ayuda al Cielo para que la admiración se me convierta en realidad concreta. Destaco en el texto lo que subrayé para mí un montón de veces.
"Creo haber señalado las prioridades de mi Pontificado en los discursos que pronuncié en sus comienzos. Lo que dije entonces sigue siendo de manera inalterable mi línea directiva. La primera prioridad para el Sucesor de Pedro fue fijada por el Señor en el Cenáculo de manera inequívoca: "Tú… confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). El mismo Pedro formuló de modo nuevo esta prioridad en su primera Carta: "Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere" (1 Pe 3,15). En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto".















jueves, 19 de marzo de 2009

ESO DE SER OBISPO...

Ayer celebró sus bodas de plata episcopales el Obispo de Salto, mons. Pablo Galimberti. Almuerzo con sus sacerdotes al mediodía, Misa Solemne por la tarde en la Catedral, llena de fieles, parientes y amigos: cariño, gratitud, aplausos... No obstante, me venía implacable el recuerdo de una confidencia que me hizo, hace un montón de años, mons. Miguel Balaguer (q.e.p.d), cuando ya era Obispo emérito de Tacuarembó. Cumplidos sus 75 años había presentado la renuncia y, como pasaban los meses y no llegaba la esperada sucesión, con ocasión de la visita "ad limina" se quejó al Santo Padre Pablo VI... El Papa lo escuchó con atención y le respondió: "Monsignore, tutti dobbiamo portare la nostra Croce!...". Me comentó entonces mons. Balaguer: - Padre, ¡es muy duro ser obispo!
Mons. Roberto Cáceres, que asistió a la celebración de ayer, parecía desmentirlo. Se autocalificaba, con razón, como "el más emérito de todos los obispos uruguayos": 88 años y 47 de obispo... Le pregunté cómo ocupaba el tiempo... Me dijo con sencillez:

- Durante la semana estoy en Treinta y Tres y celebro la Misa en las Doroteas. Los sábados voy a Melo y el domingo tengo una audición en Radio María, de 8 a 9. Después celebro Misa en San Antonio o en Betania. A las 10.45 está la audición Enfoques, en La Voz de Melo. A las 12.30, vuelvo a Treinta y Tres, y a las 17.00 celebro Misa en el barrio Veinticinco. A las 20.30 es la audición en Radio Patria, hasta las 21.00. ¡Ah!, los martes tengo otra audición en "Campo Abierto". Bueno, es eso; mientras pueda ser útil estoy ¡tan contento!...

Yo no dije nada, pa'qué.

miércoles, 4 de marzo de 2009

HORAS NON NUMERO NISI SERENAS


En los antiguos relojes de sol solía colocarse esta leyenda en latín: "solamente cuento las horas serenas". Estas eran, obviamente, nada más que las horas de luz, las únicas que, gracias al sol, podían marcar aquellos viejos relojes.

El sofisticado aparato de hoy marca las horas, los minutos, los segundos y hasta sus décimas partes, sin importarle soles, ni lunas, ni tormentas ni atardeceres: es, sin duda, un reloj eficaz. Al mirarlo, sin embargo, la sensación que provoca no es precisamente de serenidad, sino más bien de aceleración y desasosiego... Entonces, que hace ahí, en el arranque de este blog?

Está ahí porque a mi, al menos, me sirve de"despertador". Por contraste, claro. Ese imparable y exacto reloj me recuerda que, más que eficacia puntual y ejecutiva, lo que la gente espera encontrar en el sacerdote es un poco de serenidad, que es decir, calma, paz, esperanza, alivio...

No es fácil, como el reloj de sol, contar sólo esas horas. Pero con la ayuda de Dios que te serena en la oración y con un poco de esfuerzo, me parece que se puede. En todo caso, consuela aquello que se cuenta (no me acuerdo cuándo lo leí) de un santo tan dulce como san Francisco de Sales: cuando falleció se descubrieron en su escritorio las innegables huellas de sus uñas, con las que descargaba la tensión que le provocaban tantos interlocutores a los que, naturalmente, daba serenidad...