domingo, 16 de mayo de 2010

PRIORIDAD ABSOLUTA: NO TENER MIEDO


En mi humilde opinión, si alguien pretende sintetizar lo que dijo el Papa en Portugal sepa que, además de un imposible, está a punto de cometer un crimen. Benedicto XVI tiene el don de la claridad y es una delicia leerlo. Y, paradójicamente, su claridad es mediterránea en un doble sentido: por su profundidad transparente y por el horizonte que abren sus palabras. En consecuencia, ¿cómo meter el mar en una botella? Quisiera animarlos a ir leyendo de a poco TODO lo que dijo el Papa en Portugal.
Si me piden una idea entre muchas, destaco esta con sus propias palabras y, a continuación, otras que son como variaciones sobre un mismo tema: “todos, al final, nos piden (que demos las razones de nuestra esperanza), incluso los que parece que no lo hacen. Por experiencia personal y común, sabemos bien que es a Jesús a quien todos esperan. De hecho, los anhelos más profundos del mundo y las grandes certezas del Evangelio se unen en la inexcusable misión que nos compete”.


“Cuando en extensas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es hacer a Dios presente en este mundo y facilitar a los hombres el acceso a Dios. No tengáis miedo de hablar de Dios y de mostrar sin complejos los signos de la fe, haciendo resplandecer a los ojos de vuestros contemporáneos la luz de Cristo”.



“Se necesitan auténticos testigos de Jesucristo, especialmente en aquellos ambientes humanos donde el silencio de la fe es más amplio y profundo: entre los políticos, intelectuales, profesionales de los medios de comunicación, que profesan y promueven una propuesta monocultural, desdeñando la dimensión religiosa y contemplativa de la vida. En dichos ámbitos, hay muchos creyentes que se avergüenzan y dan una mano al secularismo, que levanta barreras a la inspiración cristiana”.



“El llamamiento valiente a los principios en su integridad es esencial e indispensable; no obstante, el mero enunciado del mensaje no llega al fondo del corazón de la persona, no toca su libertad, no cambia la vida. Lo que fascina es sobre todo el encuentro con personas creyentes que, por su fe, atraen hacia la gracia de Cristo, dando testimonio de Él”.



“Vivir en la pluralidad de sistemas de valores y de cuadros éticos requiere un viaje al centro del propio yo y al núcleo del cristianismo, para reforzar la calidad del testimonio hasta la santidad, para encontrar caminos de misión hasta la radicalidad del martirio”.

3 comentarios:

Jorge Abeel dijo...

TU ES SACERDOS IN AETERNUM. He estado leyendo e intentando entender algunas cosas en el libro EL CIELO Y LA TIERRA de Carlo Coccioli, así que le dejo un resumen que me hizo reflexionar y sentirme muy bien. La base_lejana_, imprecisa, ya que el contorno de los acontecimientos más antiguos se ha ido borrando en el tiempo…Porque debemos tratar de que todos sean pobres y no de que todos sean ricos. ¡Nuestra caridad debe aumentar la pobreza y no la riqueza!...satanás nos tiene en sus manos y no nos suelta…he dicho que aquí no hay llama, que no hay Cristo, que esta sociedad que se dice cristiana es un cadáver putrefacto. El pueblo bautiza a sus hijos, se celebran los matrimonios en la iglesia, los cementerios son tierra bendita, y cuando un hombre está a punto de morir, se llama al sacerdote; sin embargo eso no forma una sociedad cristiana. Porque, qué es una sociedad cristiana? Es una sociedad de fuego. Ser de fuego significa arder; la materia llega a su fin a través de las llamas, llega a los extremos, se consume en sí misma, se abrasa, y el menor soplo de viento aumenta su ardor. Quiere propagarse y lleva en sí la posibilidad de hacerlo hasta la consunción, agotamiento total. Arde, consume, se extiende, se mueve ascendiendo hacia lo alto; es simple, es pura. Es una renovación continua, un nacimiento reproducido sin cesar. Es una continua agonía, pero de ella resulta la vida. La ceniza fertiliza, es vida. Por eso el fuego es el símbolo de la sociedad cristiana, pero ésta que vemos, qué es? Tibieza, indiferencia, conformismo con las reglas comunes. Un pueblo que lo hace todo con calma, con mucha discreción, sin cansarse, apaciblemente. ¡Ay, todos son cuerdos! Todos son como deben ser. Van a la iglesia porque tienen costumbre de ir, o bien porque, en el caso de que Dios existiera realmente, conviene ir, morosa, naturalmente así van a al iglesia. ¿Amor? Pero, qué amor? Basta con decir una oración, basta con mascullar de cuando en cuando algunas palabras, con hacer el signo de la cruz, con decir amén…¡Dios mío, Dios mío, llévate esta alma al Paraíso (admitiendo que existas, naturalmente, y que esta alma, que debes llevarte, exista! La primera caridad se ha apagado, y Él había dicho: a los tibios los escupiré de mi boca. Quién, Él? ¡ porque, Él es bueno! ¡Es el dios de bondad! Pues bien, no; nos escupirá a todos. Entre el cielo y la tierra, la que ha vencido, es la tierra…Porque yo, que durante toda mi vida había predicado, como miles de sacerdotes en el mundo, la verdad de lo divino y la ilusión de lo que llamamos terrenal, era hasta tal punto esclavo de la tierra, que para aceptar el cielo tenía que verlo, como él había dicho, cubierto con el ropaje de aquí abajo. El decía que si los sacerdotes pensáramos realmente en lo que somos, que si llegáramos a pensar en ello, nos volveríamos locos de gloria y de miedo, que seríamos precipitados al suelo, que nos arrastraríamos por él como reptiles, que, incluso, volaríamos por los aires como las águilas reales. Porque nosotros, afirmaba, somos los domeñadores de la materia; para nosotros no existen las leyes de la naturaleza, podemos detener los astros en su carrera. Qué es más difícil: detener una estrella o convertir en carne divina la harina amasada? Indudablemente que cambiar en carne la harina amasada…Qué lenguaje empleamos los sacerdotes, si no es el ilusorio lenguaje del mundo? Es porque somos unos seres viles? No, o no sólo por la razón: más bien, porque queremos ser agradables al mundo. ¡Ay, cómo nos importa eso! Es más, llegamos a decir que es una táctica: ¡una táctica de apostolado! ¿Pretende la ciencia humana poder explicarlo todo?...(continuará) Saludos. jorge

Jorge Abeel dijo...

…Vemos sacerdotes que han desterrado de sus sermones la palabra Satanás. La palabra Infierno y que, si se ven obligados, ante prodigios manifiestos, a llevar a cabo un exorcismo, lo hacen en el mayor secreto, a fin de que la gente no se ríe de ellos, pero no deberíamos dejar de hablar de Satanás, ya que la responsabilidad de todo el mal que sucede sobre la tierra, de todos los sufrimientos de este mundo, incumbe a Satanás. Decía también que la mayoría de nosotros cree, es cierto, en las palabras que pronuncia, y esto hay que admitirlo, sin embargo, nadie se esfuerza nunca en buscar el sentido más profundo de ellas y en todo caso, viven como si no las creyeran. Y si en los seglares esta actitud es tibieza, en los sacerdotes es infidelidad a nuestra misión, es traición, porque nosotros, hijos de la luz, no debemos adaptarnos a al materia, tenemos el deber de combatirla y de vencerla, y si la Iglesia existe todavía a pesar de los sacerdotes, es éste uno de los mayores milagros. Un milagro de ese Espíritu Santo del que somos indignos…La primera característica es la servidumbre de la posesión. Todo está fundado sobre la distinción ente el que posee y el que no posee: esto es mío y esto es tuyo, las que tienen y las que no tienen, todo se compra y todo se vende, la propiedad ha llegado a ser la base de las naciones. Pero, no hemos dicho que el Reino de los cielos pertenece a los pobres y que el rico no entrará en él? ¡ qué desquite! Darle la posesión de un reino a aquél que no tiene sentido de la posesión terrenal. Si tal es la verdad, como creo, qué caridad puede ser la nuestra cuando predicamos la caridad’ Por qué no obrar conforme a lo que decimos? Pero tenemos miedote esta conformidad. Deberíamos preguntarnos: Está permitido quitarle al rico para darle al pobre, para darle algo sobre que ejercer su poder, para apartarlo del grupo de los miserables elegidos? La respuesta puede ser horrible, sin embargo, no debemos temerla. Se dice: la tierra es la tierra y el cielo es el cielo; al César lo que es del César; la gente debe vivir, puesto que está hecha de carne viviente. De acuerdo, es verdad; pero si nosotros, que somos la sal, renegamos de nuestro sabor sólo porque es acre y difícil de tolerar, quién dará entonces la medida de este sabor? Ah! No debemos temer ser demasiado salados, ya que somos la sal de la tierra! No nos apoyemos, pues, en doctrinas políticas que sostienen este estado de insipidez mezquina; conservemos nuestro amargor, y prediquémoslo, conservemos nuestra medida, ¡ para que la gente sepa cuál es la medida! ( Tengo mi opinión personal que esto es precisamente lo que ha ocurrido, los curas pretenden ser agradables a la tierra, y siento pena ya que no veré la Iglesia de la que tengo idea, ya me parece ver a Jesús pateando nuevamente templos hipócritas y de imágenes falsas, inclusive el rostro que sin pudor tallan en una cruz, y termino de escribir esto y continúa diciendo Carlo Coccioli…) La sociedad católica es una sociedad en la que reina sólo el absurdo (estoy totalmente de acuerdo en esto y si mis amigos se apartan de mi porque creo en Dios y hago cosas que les incomodan, si un Sacerdote fuera verdaderamente de actitud agradable a Dios, creo que pocos irían a la misa, por eso tantas religiones y otro tanto de Iglesias, se disputan la Nada, esconden la verdadera palabra y mensaje del Creador, se teme quedar solo, solo clavado, únicamente a la Cruz?, me causa miedo, ver como tanta gente vive en el tejido urdido por Satanás, cobijados en una tibieza que arderá, y nos consumirá…Dios líbranos del mal de las iglesias, que se han instalado para entibiar nuestros corazones) Un abrazo y descarto que hay en usted un buen corazón para con mis discrepancias si las hubiera. jorge

JAIME FUENTES dijo...

Otro abrazo para vos; gracias por tus comentarios y por tu oración, que a fin de cuentas es lo más importante.
Jaime