jueves, 16 de septiembre de 2010

BENEDICTO XVI: MÁS CLARO, IMPOSIBLE


Esta tarde el Papa celebró la Santa Misa en Glasgow, en un enorme prado que se conoce como Bellahouston. La vi por televisión y sentí muy especialmente la comunión de los santos: esa multitud de más de 100.000 personas siguiendo con recogimiento y cantando con fervor y, sobre todo, escuchando con gran atención las palabras de Benedicto XVI, crearon un clima sobrenatural que llegaba hasta Paysandú, figúrense. Y es que las distancias no existen cuando Dios está por medio.
Dice una información de la BBC que, después de la homilía del Papa, Susan Boyle cantó el himno How Great Thou Art. Lo creo, pero yo no la escuché: estaba concentrado en las palabras del Santo Padre. Destaco solamente algunas de sus frases, invitando a leer completa ésta y las otras homilías y discursos que pronunciará durante su estadía en Inglaterra: son un soplo del Espíritu Santo.

Cristo continúa enviando a sus discípulos a todo el mundo para proclamar la venida de su Reino y llevar su paz al mundo, empezando casa por casa, familia por familia, ciudad por ciudad.

La evangelización de la cultura es de especial importancia en nuestro tiempo, cuando la “dictadura del relativismo” amenaza con oscurecer la verdad inmutable sobre la naturaleza del hombre, sobre su destino y su bien último.

Algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad. Sin embargo, la religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto, que nos mueve a ver a cada persona como un hermano o hermana.

Os invito particularmente a vosotros, fieles laicos, en virtud de vuestra vocación y misión bautismal, a ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe.

La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección en su debilidad y fragilidad. No tengáis miedo de ofrecer este servicio a vuestros hermanos y hermanas, y al futuro de vuestra amada nación.

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