viernes, 27 de noviembre de 2009

PAYSANDÚ DUELE

Esta tarde, en Paysandú, pude bajar hasta el río Uruguay y lo vi de cerca: fuera de cauce por completo, desbordado, inundando la rambla costanera, que es preciosa, y llenándolo todo, extrañamente, de silencio.
Encontré a algunos chicos chapoteando, felices, en el agua. Hablé con un hombre joven que, acompañado de su hijo de ocho o nueve años, relojeaba la que era su casa (allá, atrás de aquella amarilla...), porque los ladrones se aprovechan y ya le sacaron las chapas del techo a la de Enrique, ¿vio? ¡Pero tengo el perro!...
Un poco más adelante, en una cancha de fútbol, un hombre remaba..., manso... Amarró el bote a una columna y me saludó: -Bueenas... Y se fue.Además de oraciones pido limosnas: para llevarle a los niños el consuelo de unas golosinas... yo qué sé: algo que les endulce el sabor triste de este río desmadrado.



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