viernes, 26 de marzo de 2010

VIERNES DE PASIÓN

“El escándalo es el catolicismo, ¡estúpido!”. Con este título comenta las noticias de estos días el ateo norteamericano Michael Wolff. Tiene razón. El problema de fondo no son tanto los casos de pedofilia –horribles- sino el escándalo que provoca la Iglesia misma, con el Papa a la cabeza, que no pocos desean, inútilmente, que desaparezca.
El New York Times es el mayor, el más influyente de los medios laicistas y anticatólicos. ¿Cómo extrañarse de que ahora salga con un nuevo caso (de hace más de 20 años), pretendiendo con él embarrar al Papa?
Leí primero la Declaración del portavoz vaticano, P. Lombardi, acerca del caso del P. Murphy. Después fui al Corriere della Sera, que destaca con grandes caracteres el escándalo, y ofrece el link a los documentos (¡82!) del NYT. Cuando terminé de leer algunos de ellos (tedio feroz), me preguntaba: ¿de dónde sacó el NYT todo esto? Entonces fui a Sandro Magister, vaticanista serio, y encontré la mano peluda.
Primero el caso, ciertamente trágico y grave. El P. Lawrence C. Murphy, sacerdote de la diócesis de Milwaukee, trabajó de 1950 a 1977 en una escuela para chicos sordos y sordomudos y abusó de 29 de ellos, incluso durante la Confesión.
En los años 70 algunas víctimas denunciaron al autor a las autoridades civiles, pero las acusaciones no prosperaron por falta de pruebas. Ninguno dijo nada a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En julio de 1996, el arzobispo de Milwaukee, el benedictino Rembert G. Weakland, le escribió al Cardenal Ratzinger sobre el caso. En marzo de 1997, el entonces secretario de la CDF, Mons. Tarcisio Bertone, le dio instrucciones al obispo para que iniciara un proceso canónico. Pero el acusado, el P. Murphy, en enero de 1998 le escribió directamente al Cardenal Ratzinger diciéndole que estaba arrepentido de lo que había hecho, que se encontraba gravemente enfermo y quería vivir, el poco tiempo que le quedaba, como sacerdote.
En consideración de sus precarias condiciones de salud y por el hecho de su arrepentimiento y, sobre todo, porque nada se había señalado en su contra en los últimos veinte años, las instrucciones de Roma, después de un encuentro con los obispos involucrados, fueron sugerir que el P. Murphy fuese aislado y restringido en sus facultades de ejercitar el ministerio sacerdotal. Cuatro meses después, el P. Murphy falleció.
En el Comunicado de prensa del P. Lombardi hay más detalles sobre el caso, pero volviendo al principio: ¿quién ha tenido interés en sacar todo esto a la luz?
Ex arzobispo Rembert Weakland
Dice Sandro Magister: “En el artículo del NYT, quien echa las culpas a las autoridades vaticanas es sobre todo el ex arzobispo de Milwaukee, Rembert Weakland. Hay que recordar que Weakland no es más arzobispo de Milwaukee desde 2002, cuando fue dimitido después de que un ex estudiante de Teología lo acusara de violencia carnal, rompiendo el secreto que el mismo Weakland le había impuesto a cambio de 450.000 dólares, sustraídos de la caja de la arquidiócesis. Cuando en el 2002 el escándalo salió a la luz, la prensa “liberal” no condenó a Weakland. Más aún, lo trató con mucha consideración, como convenía a un celebrado campeón de la Iglesia progresista. Weakland era un decidido defensor de la admisión de la mujer al sacerdocio. En el terreno de la moral sexual estaba muy lejos del rigor de Juan Pablo II, pero cuando en Estados Unidos estalló el escándalo de las violencias sexuales cometidas por sacerdotes, se declaró partidario de la línea más intransigente, la tolerancia cero”.

Hoy es Viernes de Pasión. Recuerdo el
Via Crucis del Cardenal Ratzinger, del Viernes Santo de 2005. En la IX Estación escribió: " ¿no deberíamos pensar en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? (...) ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf Mt 8,25)".

Empieza la Semana Santa. Sugiero meditar a fondo el Via Crucis, dejando hablar al corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una sugerencia muy acertada, muchas gracias. Quisiera agregar que no podemos olvidar a la Madre de la Iglesia, que es la que puede ayudarnos a todos a superar esta crisis. Bueno, una no sabe si llamarla crisis o purificación, que son bien diferentes. En cualquier caso, que la Madre nos ayude a estar fuertes en la fe.
APS