sábado, 30 de octubre de 2010

LECCIONES DE UN PEAJE

Ayer aprendí, entre otras cosas importantes, qué quiere decir ser obispo, y me apresuro a compartirlo con ustedes.
Eran las tres y media de la tarde y yo venía bajando desde Paysandú a Montevideo, después de despedirme de mis pagos sanduceros inolvidables. En el peaje sobre el embalse del río Negro, la chica que me atendió me preguntó si podía llevar hasta Trinidad (50 kilómetros) a un compañero de trabajo que había terminado su turno...

Se llama Richard, dentro de poco cumple 40 y se casó hace cinco años, después de ¡10! de novios. Su esposa (pido disculpas, no recuerdo ahora su nombre) tuvo su primera hija, Maite, hace dos años, y la segunda, Paulina, nació hace apenas cinco días. Ella es transfusionista y trabaja en el Hospital de Clínicas y en el Hospital Pereira Rossell. Cobra una miseria, la verdad sea dicha, pero es una de esas personas de las que se dice "es una vocacional", un título que le queda muy chico.

Con admiración, Richard me contaba que su esposa se mata trabajando, yendo y viniendo de Trinidad a Montevideo (188 kilómetros) y no ha podido conseguir que la trasladen a un hospital de Trinidad, como sería lo más lógico. Además de atender con todo cariño a niños con sida, hace cosas como ésta: después de tener a Maite amamantó también a otros niños del Pereira Rossell: -Porque sus madres no estaban, o porque los dejaban abandonados... Y ella es la que los sacó adelante.

Sonó el celular de Richard. Era ella. Él le explicó que venía hablando con un sacerdote, que enseguida llegaba... - Es que anoche no durmió y Maite tiene celos de su hermanita... A ver si tardo mucho, dice... Claro, quiere descansar.

La madre, cuando llegamos, estaba dándole el pecho a Paulina, una ratita que mide 50 centímetros. Le di una bendición y le dije a la madre que rezaría para que pronto pueda trabajar en Trinidad, sin tener que moverse tanto. Entonces ella, muy serenamente, sonriendo con la espontaneidad de la persona que sabe en qué Manos descansa, comentó: - Se ve que todavía no es el momento.

Seguí el viaje pensando en estas palabras... ¡Cuánto se preocupa uno cuando las cosas no salen como quiere!... La esposa de Richard me hizo una transfusión de confianza en Dios. Continué el viaje reflexionando también en algo que él me había dicho.

Como trabaja en las oficinas del peaje y yo preveo que en la ruta 8, de Minas a Montevideo, voy a tener que pagarlo muchas veces, le pregunté qué hay que hacer para obtener un pase libre. Con precisión profesional me contestó que, para obtenerlo, el auto debe estar matriculado en el departamento; tengo que llevar un certificado de residencia y de propiedad del vehículo y un recibo de luz o de agua; dependiendo de la distancia a la que se encuentre el lugar de trabajo del peaje, me darán más o menos descuento o incluso el pase libre. (Yo le había dicho a él por qué iré a vivir a Minas... Hablamos de la Virgen del Verdún, de cómo le salvó la vida a su padre... Hablamos de varias cosas más). El caso es que, terminando su explicación, Richard agregó:

- Bueno, pensándolo bien, si usted lleva el certificado de que es un trabajador de la Iglesia y que está en Minas, entonces también se le puede dar.

Ya está, definición exacta, no tengo nada que agregar. Amén.

2 comentarios:

Beatrix dijo...

Me gustó mucho la conclusión "trabajador de la Iglesia", es decir del Corazón abierto de Jesús y su pueblo....
Mirando la foto del interior de la Catdral, que tengo de portada, pido a la Virgen Inmaculada, te acompañe en tu "trabajo" Beatorlar

Anónimo dijo...

Padre, esta familia tiene las ideas muy claras de lo que es vivir cristianamente la Caridad. Que se los vuelva a encontrar. Valen la pena