A la espera de la Constitución Apostólica que regulará la incorporación de los anglicanos a la Iglesia Católica, es interesante el artículo de THE TIMES, de Londres, publicado el día 22.
400.000 anglicanos en todo el mundo buscan la unidad inmediata con Roma
Ruth Gledhill, Sophie Tedmanson, Giles Whittell y Richard Owen
Ruth Gledhill, Sophie Tedmanson, Giles Whittell y Richard Owen
Los líderes de más de 400.000 anglicanos que no están con el sacerdocio de las mujeres han de buscar la inmediata unión con Roma, acogiéndose a la Constitución Apostólica anunciada por el Papa Benedicto XVI. Ellos serán los primeros en acceder a esta opción, que permitirá a los anglicanos incorporarse a un "ordinariato" por el cual estarán en plena comunión con los católicos romanos, manteniendo elementos de su identidad anglicana.
La decisión del Papa es considerada por algunos anglicanos como uno de los acontecimientos más espectaculares de la cristiandad, desde que la Reforma Protestante dio a luz a la Iglesia de Inglaterra hace 400 años.
El arzobispo John Hepworth, Primado de la Comunidad Anglicana Tradicional, que lideró las negociaciones con la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, dijo que estaba "profundamente conmovido" por la decisión del Papa y de inmediato buscará la incorporación del grupo de 400.000 miembros en todo el mundo. Asimismo describió el acontecimiento como "un momento de gracia, tal vez incluso un momento de la historia".
Los anglicanos practicantes también buscan protegerse del liberalismo al abrigo de Roma. Se teme que la propuesta podría significar un soplo de muerte para la fuerte comunidad anglicana de 77 millones de personas, que ya han tenido que enfrentarse con el cisma producido por la ordenación de homosexuales.
500 miembros del grupo tradicionalista “Adelante en la Fe”, que se opone al episcopado de las mujeres, se reunirán este fin de semana para discutir la propuesta del Papa de acoger al laicado anglicano y a los sacerdotes casados.
Muchos están esperando la publicación, por parte de Roma, de las normas sobre cómo proceder, antes de tomar una decisión. Los involucrados creen que la nueva solución canónica de Roma a la crisis anglicana podría tentar a diócesis enteras y posiblemente incluso a una provincia.
Después del Sínodo General de 1992, en el que se aprobó la ordenación de mujeres sacerdotes, más de 440 sacerdotes dejaron la Iglesia de Inglaterra, la mayoría para ir a Roma. Más de 30 han regresado.
Ahora el Papa ha hecho más atractivo el cambio, ofreciendo a los anglicanos una solución universal que les permite conservar aspectos esenciales de su identidad y crear los seminarios en los que probablemente capacitarán a los hombres casados para el sacerdocio católico. Pero cualquier clérigo en ejercicio enfrentaría una reducción considerable de ingresos. Un clérigo en la Iglesia de Inglaterra tiene un sueldo de 22.250 libras y vivienda sin costo. Los sacerdotes católicos ganan aproximadamente 8.000 libras, pagadas por su parroquia. En algunas parroquias no se puede siquiera pagar eso. El Arzobispo de Canterbury, Dr. Rowan Williams, indicó que no habría compensación económica.
El Dr. Michael Nazir-Ali, antes católico y retirado este año como Obispo Anglicano de Rochester, dio la bienvenida a la “generosidad de espíritu” de Roma al reconocer el patrimonio anglicano. Pero dejó claro que será necesario resolver muchas situaciones antes de tomar decisiones. Los dos obispos designados por el Arzobispo de Canterbury para ocuparse de los opositores al sacerdocio de las mujeres, dijeron que este no es tiempo para “decisiones repentinas”.
Andrew Burnham, obispo de Ebbsfleet, y Keith Newton, obispo de Richborough, que fueron el año pasado a Roma a iniciar las negociaciones con la Congregación para la Doctrina de la Fe, manifestaron: “Los anglicanos de la tradición católica querrán permanecer comprensiblemente dentro de la comunidad anglicana. Otros desearán actuar personalmente según su conciencia. Otro grupo comenzará a formar una caravana, como el pueblo de Israel cruzaba el desierto en busca de la Tierra Prometida.” En los Estados Unidos, un escritor de la revista jesuita America expresó su temor de que algunos recién llegados se vuelvan “nostálgicos, intolerantes anti-feministas y anti- gays”.
Andrew Burnham, obispo de Ebbsfleet, y Keith Newton, obispo de Richborough, que fueron el año pasado a Roma a iniciar las negociaciones con la Congregación para la Doctrina de la Fe, manifestaron: “Los anglicanos de la tradición católica querrán permanecer comprensiblemente dentro de la comunidad anglicana. Otros desearán actuar personalmente según su conciencia. Otro grupo comenzará a formar una caravana, como el pueblo de Israel cruzaba el desierto en busca de la Tierra Prometida.” En los Estados Unidos, un escritor de la revista jesuita America expresó su temor de que algunos recién llegados se vuelvan “nostálgicos, intolerantes anti-feministas y anti- gays”.
En la Universidad de Notre Dame, en Indiana, los eruditos pronosticaron una migración de católicos hacia el nuevo rito católico anglicano, debido a la inesperada libertad que concedería para casarse. El profesor Lawrence Cunningham calificó al movimiento del Vaticano como un “sensacional” respaldo a los sacerdotes casados, agregando que podría tener inmediatas repercusiones para los católicos. Se podría plantear nuevamente esta pregunta: “Si ellos pueden, ¿por qué no los sacerdotes de Roma?”
El arzobispo Robert Duncan, de la Iglesia Anglicana de Norteamérica, que rompió con la Iglesia Episcopal luego de la ordenación del gay Gene Robinson como obispo de New Hampshire, dijo: “Nos alegramos de que la Santa Sede haya abierto esta puerta, que representa otro paso en la cooperación y la relación entre nuestras iglesias.”
En Roma, Vittorio Messori, que ha escrito libros con el Papa, dijo que la comunidad anglicana ya estaba perdiendo seguidores debido a las mujeres y gays sacerdotes. Dijo que “en Londres van más musulmanes a las mezquitas que anglicanos a la iglesia”. “La migración de medio millón de anglicanos hacia Roma confirmará solamente esta tendencia.” (Trad. Elena Gómez)
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