Entre los numerosas crónicas y artículos publicados, me ha interesado lo que dice hoy Filippo di Giacomo en L'Unità, antiguo órgano del Partido Comunista Italiano. Se refiere a los prejuicios con que a veces se ha abordado el tema Iglesia y pedofilia, como si la culpa de los crímenes la tuviera el celibato. “En realidad, afirma, fuentes no confesionales fijan en el 0,3 por ciento el porcentaje de infamia para el clero católico, una cifra mucho más baja de la que afecta a otras categorías profesionales y a los ministros de otras religiones, los cuales al no ser católicos y al trabajar en tierras anglosajonas acaban -con toda justicia- ante los tribunales, pero son ignorados por la prensa, incluida la prensa católica”.
El veterano periodista Luigi Accattoli comentaba ayer en Liberal el dato positivo de que la Iglesia estuviera reaccionando, y enumeraba los pasos llevados a cabo por Benedicto XVI en estos casi cinco años de Pontificado. Anota Accattoli que ante el desolador panorama moral, la única institución que hace autocrítica es la Iglesia católica. Sin quitar nada a la gravedad de los casos, es significativo que “nuestra sociedad civil y política parece no advertir la corrupción omnipresente, el tráfico indecente y el prostíbulo que la están arrasando”.
Pienso que este episodio es una buena muestra práctica de una de las funciones del papado en la Iglesia, para aquellos que defienden a ultranza “la autonomía local frente a Roma”: si no hubiera sido por la reacción del Papa, la situación "local" estaría cada vez más empantanada, hubieran sido incapaces de salir del hoyo...
(Aquí se encuentra el Comunicado de Prensa sobre la reunión de Benedicto XVI con los obispos de Irlanda).
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