“La opinión convencional sostiene que el papado es cada vez más una piedra de molino alrededor del cuello romano del catolicismo. Si no fuera por los reaccionarios del Vaticano, se dice, los sacerdotes podrían haber sido autorizados a casarse (...). El control de la natalidad, las relaciones homosexuales, el divorcio y nuevo matrimonio podrían haber sido bendecidos, volviendo así a traer al redil a los católicos no practicantes. Sin embargo, ninguno de estos supuestos tiene evidencias reales que los respalde (...).
"Sí, la exclusiva afirmación teológica de la Iglesia y su estricto mensaje moral no encajan bien en una sociedad multicultural, sexualmente liberada. Pero el ejemplo de los rivales del catolicismo sugiere que la iglesia podría estar mucho peor si se hubiera remodelado para adaptarse a los valores dominantes de la época. Eso es lo que han hecho en las últimas cuatro décadas las principales corrientes del protestantismo, y en vez de ganar miembros han menguado hasta llegar a la irrelevancia”.
"El Vaticano de Benedicto XVI y Juan Pablo II, por el contrario, se ha esforzado por mantener la continuidad con la tradición cristiana, aun a riesgo de parecer reaccionario y desfasado.(...) La continuidad, y no la rápida y tal vez temeraria adaptación, siempre ha sido el propósito del papado y el secreto de su fuerza duradera"."[El viaje] ha sido un momento extraordinario, y un recordatorio de la resistencia del catolicismo a través de un abismo de años que ha consumido tronos, naciones, civilizaciones enteras. Esta, sobre todo, es la razón por la que la multitud aplaudió al Papa en Edimburgo, Londres y Birmingham. Porque, casi cinco siglos después de que la fe católica fuera estrangulada, al parecer, la Iglesia todavía está viva en Gran Bretaña".
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