Pasado mañana, cuando el Papa cumplirá 83 años, yo estaré predicando un retiro y no tendré acceso a Internet. El lunes 19 será el quinto aniversario de su elección como Sumo Pontífice y, "si Dios y la Virgen quieren" (así dice la gente que no piensa en términos teológicos sino con el sentido de su fe, que es anterior a la Teología y mucho más valioso), estaré en el Cerro del Verdún, en la ciudad de Minas: aquí, todos los años, se da la mayor expresión de la piedad popular de los uruguayos, que suben de a miles el cerro donde, desde hace un siglo, nos bendice a todos la imagen de la Inmaculada. En esta ocasión, el templete será declarado Santuario Nacional por todos los obispos de nuestro país.
El caso es que no quiero dejar pasar los dos aniversarios del Papa Benedicto XVI sin adherirme fervorosamente a su Persona. Los motivos sobran y en este blog he hablado bastante de ellos. La tormenta ya está pasando, NY Times incluido. Y las reacciones a favor del Papa no se han hecho esperar: la verdad se abre camino por sí misma, como Benedicto XVI no se cansa de enseñar, sufriendo ahora la saña de cierta opinión pública.
Me ha gustado especialmente este "Appel a la veritè", promovido por intelectuales, artistas y personalidades de la sociedad civil francesa, cristianos y no cristianos. Animo a leerlo, consultando en Google unos cuantos nombres: son personas que piensan, no de las que sólo repiten; y han tenido el inusual valor de reconocer la verdad. L'Appel empezó el 31 de marzo y ya lleva recogidas más de 30.000 firmas.
En todo caso, el 19 de abril, elección del Papa, ¿cómo no recordar sus primeras palabras, las que dirigió "Urbi et Orbe" desde el balcón de la Basílica de San Pedro?:
Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su Santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!
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