En el último servicio traté de algo obvio: las aguas están revueltas. Hoy, en el arranque del mes de Mayo, adelanto algo no tan explícito: quien quiera saber cómo superar la turbulencia en la que estamos metidos, ponga mucha atención a lo que Benedicto XVI hará y dirá el día 13 de este mes.
No tengo vocación de futurólogo ni tampoco la pretendo: sólo trato de seguir el hilo de una historia que empezó a tejerse el 13 de mayo de 1917, cuando la Santísima Virgen quiso advertir a sus hijos que iban camino del desastre –como ocurrió- si no corregían sus pasos. Es una historia que aún no ha terminado y en la cual está involucrado Benedicto XVI que, como es sabido, el próximo 13 de Mayo estará en Fátima.
El Papa irá a ese lugar bendito por la presencia de la Virgen, porque se cumplen 10 años desde que Juan Pablo II beatificó a Jacinta y Francisco, dos de los videntes de la Señora. Importa recordar que fue entonces cuando se anunció que se publicaría el famoso “tercer secreto”, que durante décadas dio pie a elucubraciones de todo tipo, y recordar especialmente que fue el Cardenal Ratzinger quien escribió el “Comentario teológico” que acompañó su publicación.
En este contexto, ¿cómo no prestar una particular atención a todo lo que el Papa haga y diga cuando vaya a Fátima? Sirva de acicate esta consideración de su “Comentario”, en la que se refiere a la intervención de la Virgen en el atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981: “Que una ‘mano materna’ haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones”. Y recordar también esta confidencia del actual Pontífice, presente asimismo en el “Comentario”: “en una conversación conmigo Sor Lucía me dijo que le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era sólo para conducir a esto”.
No tengo vocación de futurólogo ni tampoco la pretendo: sólo trato de seguir el hilo de una historia que empezó a tejerse el 13 de mayo de 1917, cuando la Santísima Virgen quiso advertir a sus hijos que iban camino del desastre –como ocurrió- si no corregían sus pasos. Es una historia que aún no ha terminado y en la cual está involucrado Benedicto XVI que, como es sabido, el próximo 13 de Mayo estará en Fátima.
El Papa irá a ese lugar bendito por la presencia de la Virgen, porque se cumplen 10 años desde que Juan Pablo II beatificó a Jacinta y Francisco, dos de los videntes de la Señora. Importa recordar que fue entonces cuando se anunció que se publicaría el famoso “tercer secreto”, que durante décadas dio pie a elucubraciones de todo tipo, y recordar especialmente que fue el Cardenal Ratzinger quien escribió el “Comentario teológico” que acompañó su publicación.
En este contexto, ¿cómo no prestar una particular atención a todo lo que el Papa haga y diga cuando vaya a Fátima? Sirva de acicate esta consideración de su “Comentario”, en la que se refiere a la intervención de la Virgen en el atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981: “Que una ‘mano materna’ haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones”. Y recordar también esta confidencia del actual Pontífice, presente asimismo en el “Comentario”: “en una conversación conmigo Sor Lucía me dijo que le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era sólo para conducir a esto”.
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