viernes, 3 de julio de 2009

OIR, DUDAR, PALPAR, CREER


Cuando llega cada año la fiesta de santo Tomás Apóstol, siento una alegría grande, causada por este segundo y definitivo anuncio de que Jesús, a quien sigo y en quien creo y sin el cual nada tiene sentido, vive para siempre y me ve aunque yo no perciba tantas veces su mirada, y me llama por mi nombre como llamó a Tomás, y me reprocha con su divino cariño, que estremece. Leo entonces lo que escribió san Gregorio y cada año me parece más genial que el anterior, no sé por qué será, y no resisto la tentación de copiarlo:

"¿Creen acaso que todas aquellas cosas sucedieron porque sí?: que aquel discípulo elegido estuviera primero ausente, que luego al venir oyese, que al oír dudase, que al dudar palpase, que al palpar creyese?... Más provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que, al ser él inducido a creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en la fe".

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